Las Barbas en Remojo – Antía, Dutra y el Festival de Cine de Cannes


Hace unos diez años, en Montevideo, Benjamín Liberoff, Director de Turismo de la Intendencia capitalina, fue acusado de irregularidades en el uso de los dineros públicos. Lo que hizo, concretamente, fue pagar de su bolsillo determinadas cuentas –porque era semana de turismo y la intendencia estaba cerrada- para luego reintegrarse a sí mismo el dinero una vez abierta la Intendencia. No se quedó con un solo peso, en realidad puso de su propio dinero para solucionar un problema, pero ese manejo, que no era el correcto, provocó el escándalo, y el Intendente Tabaré Vazquez le pidió la renuncia. ¿Fue exagerada la medida tomada por el Intendente capitalino? Puede ser. Pero aunque Montevideo no atravesaba la crisis financiera que atraviesa hoy nuestra comuna, la exageración en el celo y en el cuidado con que se manejan los dineros públicos es un pecado que los ciudadanos siempre estamos dispuestos a perdonar.

En eso pensaba la madrugada del sábado, a eso de las tres y media, mientras escuchaba en la radio la transmisión en directo de la Sesión Extraordinaria de la Junta Departamental. Ya habían hablado todos los ediles, ya había pasado la habitual disputa entre los legisladores del Encuentro Progresista y el Presidente de la Junta, y el Intendente estaba contestando (¿contestando?) a la tercera serie de preguntas hecha por los ediles cuando decidí que no valía la pena seguir escuchando y me fui a dormir.

Estaba desilusionado. Confieso que soy un ingenuo; cuando luego de una apabullante sesión en la cual todos los ediles expresaron su preocupación por los manejos de los dineros públicos en el Festival de Cine, escuché que el Intendente estaba presente en sala y quería hablar, dar explicaciones,  pensé que por fin, todos los ciudadanos íbamos a escuchar la santa indignación de quien es el máximo responsable de cuidar de los dineros públicos en nuestro departamento. Pensé que venía con unas cuantas destituciones abajo del brazo, para demostrar a todos que en la función pública no hay amistades sino responsabilidades. En realidad, pensé que, luego de la unanimidad en la Junta (fenómeno raro si los hay), nada más ni nada menos que con el resultado de una Comisión Investigadora, Antía no iba a tener más remedio que mandarse un gesto que, aún cuando fuera obligado, igual tenía su valor como símbolo democrático.

Pero no fue así. Nuestro Intendente eligió el peor camino. El de sacarle importancia a los hechos y decir que el Presidente de la Comisión del Festival, el Escribano Ricardo Dutra, es una excelentísima persona, honorable, patriota y su amigo personal (lo de la amistad fue lo primero que dijo).

Antía cometió la madrugada del sábado uno de los peores traspiés en su imagen ante la ciudadanía, y además le hizo un flaco favor a su amigo Dutra. Mientras los ediles -de todas las bancadas- desmenuzaban el pago de los tickes juntados del piso en supermercados franceses (y subleva no sólo la corrupción, sino el desparpajo que demuestra la impunidad con que se manejaban), alquileres de autos en Bélgica semanas más tarde de finalizado el Festival de Cine, cuentas a cargo del erario municipal de parlantes para automóviles, lentes de sol, calzoncillos Calvin Klein y marionetas, Antía hablaba de “ciertas desprolijidades” y se negaba a contestar sobre los “pequeños detalles” del faltante de casi 120 mil dólares entre los sponsors y las entradas vendidas (cuando dijo eso, pensé que era una inocentada más correspondiente a la fecha, 28 de diciembre, pero era de verdad). Antía habló, además, de su sorpresa (¿) y felicitó a la Comisión Investigadora –la misma a la que la administración que dirige le negó datos y le ignoró anteriores pedidos de informes-, y se hizo el sordo ante las preguntas de los ediles.

El Intendente eligió el peor camino y eligió la peor de las situaciones para hacerlo. Cuando se le pide austeridad a los ciudadanos, cuando se aumentan los impuestos de la gente de menores recursos, cuando se cierran guarderías, cuando se cierran escuelas de danza, cuando se niegan recursos a los niños que aprenden música, cuando se achican y se reduce el número de las canastas de comestibles para las familias más humildes, no se puede decir que esa fiesta de miles de dólares a costa del dinero de los contribuyentes es simplemente “una desprolijidad”. En momentos como estos es cuando los gobernantes tienen que dar más ejemplo y cuando se debe ser más severo con el uso y el abuso de los dineros que se recaudan con tanto sacrificio de nuestra gente, de nuestros comerciantes, de nuestros vecinos, de nuestros clientes los turistas.

En circunstancias como las que vive nuestro departamento, hubiera sido bueno ver al intendente indignarse con el abuso, anunciar medidas ejemplares, pedir disculpas a la ciudadanía y prometer más investigaciones a fondo. Hubiera sido bueno ver en Antía la actitud que tuvo Tabaré Vázquez con su propio Director de Turismo. Estaría además quitando leña a las denuncias sobre corrupción que le endilga buena parte de la oposición y lo acompañan desde hace ya varios años. Pero no: eligió decir que Dutra es su amigo personal. Si tiene la convicción que Dutra es inocente, además, debería darle la oportunidad de demostrarlo con una investigación a fondo sobre los hechos. Dado que el intendente señaló que no se sabe quien hizo los gastos, y por lo tanto puso a toda la Comisión bajo sospecha, debería darle esa oportunidad a su amigo, porque aunque el Escribano Dutra era el Presidente de la Comisión, es preferible que quede ante la historia como ingenuo o inepto al no haber sabido controlar a los integrantes de la Comisión y permitir esos abusos, y no como responsable de las graves acusaciones. En realidad, el propio Dutra, si es inocente de todas las imputaciones realizadas, debería exigir una investigación a fondo para limpiar su nombre. Así como cada integrante de la Comisión sobre la cual ahora –sobre todo después de los dichos del Intendente- recae la sospecha.

Hasta tanto, lo único que saca en claro la ciudadanía de Maldonado es que en la Intendencia de Maldonado cuando hay irregularidades y abuso de funciones no pasa nada. Que no se exigen responsabilidades. Que nadie controla. Que el intendente se entera de las cosas que pasan en su intendencia no por sus directores ni por los canales correspondientes sino por la Comisiones Investigadores de la Junta.

Lo que se logra, con la actitud del Intendente, es que un problema de abuso de funciones (que se puede dar en cualquier administración del mundo) se transforme en una fuente de desilusión y de descrédito hacia su administración, hacia su partido, hacia el sistema político y hacia la democracia en general. Y eso sí que es peligroso. Si no lo cree, sería bueno que recordara los recientes sucesos del otro lado del charco, que observara nuestros propios problemas departamentales de pobreza y exclusión social y ponga sus barbas en remojo.