La lucha de la ETA desde el punto de vista de la izquierda


En los últimos días, alguna carta y algún editorial en La República han vuelto a ocuparse del conflicto vasco. Realmente es admirable la campaña del dirigente nacionalista Leopoldo Amondaraín –admirable por lo persistente a pesar de su soledad- en insistir en la glorificación de la ETA.

El veterano convencional del Partido Nacional tiene su visión del tema que es muy legítima, aunque, claro está, difiere enormemente del análisis que necesariamente debemos hacer quienes vemos la política y los hechos de la historia, en Uruguay, en Euzkadi y en el mundo, desde la perspectiva de la izquierda.

En realidad, y ya lo hemos dicho anteriormente, las luchas anticolonialistas y antiimperialistas que sacuden Latinoamérica, África y Asia desde el fin de la segunda guerra mundial, tienen causas estrictamente económicas que no son comparables con la situación vasca. La lucha de los pueblos explotados contra las estructuras económicas que los oprimen y los mantienen en la pobreza poco tiene que ver con la famosa cuestión vasca. Unos cuantos datos para apoyar estos conceptos: la Comunidad Autónoma Vasca es la segunda región española (entre 19) en la distribución de la renta nacional, con un 47% por encima del promedio nacional. Es la de mayor crecimiento económico y gracias a que posee el mayor producto interno bruto per cápita, también es la que tiene el nivel de vida más alto de España. Es decir, sus ciudadanos viven mejor que el resto de los españoles. Como es evidente, esto no encaja fácilmente en la categoría de pueblo explotado por el colonialismo español.

ETA y EEUU

No en vano, a Estados Unidos jamás le molestó el terrorismo etarra. España no logró nunca contar con su colaboración en la lucha contra la ETA, aunque los acontecimientos del 11 de setiembre le han obligado a cambiar la situación aunque muy lentamente y a regañadientes. De hecho, hasta hace muy pocos años Estados Unidos era otro de los países que daban asilo a los terroristas vascos. Pero es que el imperio sabe muy bien qué es lo que le duele y dónde. Ahí está su apoyo desvergonzado e incondicional a Israel a pesar del espanto y las críticas del mundo entero ante el genocidio que se está cometiendo en Palestina,  ahí está el apoyo a los golpistas venezolanos, ahí está el ahogo constante a la Cuba que más allá de todo lo que se diga, sigue siendo la espina heroica en las fauces mismas del imperio  … imperio que sin embargo nunca consideró su enemigo a la ETA. Al fin y al cabo el ultranacionalismo (aún teñido de ultraizquierdismo) no solamente no es su enemigo, sino que a través de la historia ha demostrado ser un eficaz aliado cuando la situación lo amerita.

La amplísima autonomía del País Vasco, sus instituciones de autogobierno, su policía autónoma, su televisión y radio públicas vascas que emiten en vasco (reconocida como lengua oficial) su control de la educación, su propia bandera e himno (de carácter oficiales) hacen que sus ciudadanos gocen de una autonomía superior a la de cualquier otra región europea. En los hechos, es evidente que el triunfo de las ideas de la ETA –que no se distingue precisamente por su respeto a los valores de la vida y por la tolerancia democrática- es la principal amenaza al ejercicio de sus derechos como ciudadanos.  Quizás por eso a la hora de los bifes, es  decir, de los votos, el partido que representa la expresión electoral de la ETA, no recoge más de un 7% de los sufragios. Poca cosa.

Hoy la ETA es enemiga de todas las organizaciones de masas y partidos de izquierda que no apoyen sus ideas en forma clara y sin matices. Entre ellas el movimiento obrero y sus dos principales centrales, Comisiones Obreras y la UGT, integradas por trabajadores y obreros de todas las regiones españolas, incluido el País Vasco. Los etarras han atentado contra dirigentes sindicales, pero eso no es de extrañar de quienes también han sabido asesinar (entre otros) a comunistas y socialistas, estudiantes y obreros de izquierda, profesores universitarios y periodistas.

La pureza racial

Las referencias despectivas y racistas de los etarras hacia los no vascos, su rechazo a los gitanos, su inquietante discurso contra los “extranjeros” (básicamente inmigración interna de las regiones más pobres de España que forman parte sustancial de la clase trabajadora en el País Vasco) son parte de una ideología que se define sola. La estremecedora utilización del RH negativo de los vascos como argumento político (que recuerda otros ejemplos de purezas raciales y de limpiezas étnicas), la exaltación del nacionalismo y de las virtudes particulares de la raza, la creación de una mitología y la adoración de un pasado adornado y reinventado para justificar el odio sobre otros pueblos, no tienen cabida en el proyecto humanista de la izquierda, basado en la igualdad entre los hombres, la solidaridad y la justicia.

Frente a las loas a los milenios de la raza vasca y de su sangre pura y exclusiva, prefiero recordar los versos del comunista Miguel Hernández, cuando el heroico pueblo español luchaba contra otro fascismo de diferente color pero de idéntica alma:

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de hierba mala,
yugos que habréis de dejar
rotos sobre sus espaldas.