Maldonado, tierra prometida ¿Para el EP-FA?


Las playas de Punta del Este están llenas de argentinos y brasileños, y por fin parece que habrá una buena temporada turística que dará un respiro a Maldonado luego de años de frustraciones. Pero el frenesí veraniego es apenas una pausa antes de que las fuerzas políticas del departamento se aboquen a la campaña electoral más trascendente de su historia.

A partir de una serie de cambios producidos en el país en las últimas décadas, Maldonado se ha ido transformando en un departamento clave en el camino electoral hacia el gobierno. Hay dos argumentos fundamentales para que esto sea así. El primero es una razón sencilla: Maldonado ha crecido mucho demográficamente mientras otros departamentos vecinos se han estancado o hasta han retrocedido en población. Con  148 mil habitantes[1] y 100 mil ciudadanos habilitados para votar, ocupa la tercera posición luego de Montevideo y Canelones. Y luego está su creciente papel en la economía del país. Maldonado es el tercer departamento en producción de riqueza en términos absolutos y el segundo en Producto Bruto Interno, sólo superado por Montevideo. El turismo ha crecido hasta competir casi de igual a igual con la tradicional industria agropecuaria en la generación de recursos para el país y por eso Punta del Este y el departamento de Maldonado se han convertido en puntos estratégicos para la economía del Uruguay del siglo XXI.

Para el Encuentro Progresista-Frente Amplio se agrega un elemento más. En Maldonado la izquierda ya ha ganado en las últimas elecciones nacionales –perdió luego en el balotaje y en las departamentales- y las encuestas para octubre de 2004 lo ponen en el primer lugar, y con buena diferencia. No es ningún secreto que para cumplir el sueño de una victoria en una sola vuelta que evite el balotaje, no alcanzará con la votación de Montevideo, que ha llegado a un techo electoral difícil de superar. Será imprescindible entonces que algunos departamentos del interior superen el 50% para contrarrestar aquellos otros donde presumiblemente el EP-FA saldrá segundo o tercero. ¿Puede Maldonado superar esa cifra? A pesar de su crecimiento, el mejor resultado que el EP-FA obtuvo en el departamento, el 31 de octubre de 1999, fue de un 35,6 %, al que habría que sumar el 5% que alcanzó en esa ocasión el Nuevo Espacio. Bastante lejos de la línea de meta. Pero hay varios datos que señalan que aunque difícil, la empresa no es imposible. En primer lugar, el pasaje del nacionalista Ricardo Alcorta a la Nueva Mayoría de Michelini podría inclinar la balanza, ya que como candidato del Partido Nacional a la Intendencia obtuvo el 11,6 % de los votos en mayo del 2000. En segundo lugar, las encuestas dadas a conocer a finales de setiembre por Equipos Mori   ya le daban una buena ventaja sobre sus rivales (EPFA+NE 43%; PC 16%, PN 12%, indecisos 24% ).

Y en tercer lugar, está el referéndum de Ancap: el contundente 61% que consiguió el SI en Maldonado augura también aquí el desmoronamiento de la centenaria muralla de lealtades partidarias.

El EP-FA

De los 6.600 votos conseguidos en las elecciones de 1984 a los 33.000 en las de 1999, mucha agua ha pasado bajo el puente, y la imagen y el papel que tienen la izquierda en la sociedad de Maldonado han cambiado sustancialmente. El análisis de las últimas elecciones muestra un crecimiento aluvional del EP-FA entre los ciudadanos de 18 a 45 años que viven en los mayores centros urbanos del departamento; es decir, el sector más vital de la sociedad maldonadense.

La incorporación masiva de los sectores medios departamentales al electorado progresista enterró definitivamente aquellos años en que la pertenencia a una organización de izquierda era apenas una extravagancia tolerada por una sociedad conservadora que no se sentía amenazada.

Hoy hay simpatizantes de la izquierda en todos los ámbitos. Desde intelectuales o jerarcas de la intendencia (de carrera, claro), hasta importantes empresarios locales, como Alberto Prandi, actual presidente de la influyente Asociación de Inmobiliarias de Punta del Este (cargo que ocupó mucho tiempo el pachequista Eduardo Gattás) o  Luis Polakoff, propietario de El Dorado, una de las cadenas de supermercados más importantes del país y cuya esposa fue una de las suplentes del candidato a la Intendencia del EP-FA en las elecciones de mayo del 2000.

Al desplazar en forma rotunda al Partido Colorado al tercer lugar, el debate político se ha centrado exclusivamente entre el oficialismo blanco (muy debilitado por las denuncias de clientelismo y desprolijidades) y la oposición encuentrista. El bajísimo nivel, por otro lado, de la bancada nacionalista –la peor en las cuatro legislaturas del período democrático-, ha ayudado a que por contraste el EP-FA aparezca con una presencia mucho más sólida ante la opinión pública.

Otra señal del cambio es el trasiego de personalidades de los partidos tradicionales a la izquierda, que se ha acentuado en los últimos meses, generando debates y no pocos dolores de cabeza a los dirigentes, ya que muchos de estos recién llegados no vienen precisamente de los sectores más progresistas de los partidos tradicionales. El caso más sonado es el del ya citado Ricardo Alcorta, jerarca municipal durante la dictadura, Director de Hacienda y hombre clave de la administración de Domingo Burgueño y próximo candidato a la Intendencia por la Nueva Mayoría de Rafael Michelini. El escándalo de su ingreso llegó a los medios nacionales, pero no es el único caso, y es un debate que promete ponerse más intenso y acalorado si la danza de nombres que se oye en todo Maldonado se concreta aunque sea en una ínfima proporción.

La interna del EP-FA

Mientras tanto, la interna del Encuentro Progresista-Frente Amplio tiene ciertas  peculiaridades que la diferencian del resto del país. Los grandes sectores de la izquierda uruguaya aquí ceden posiciones a dos grupos de carácter esencialmente departamental, más allá de que integren movimientos de presencia nacional. Cabildo 2000, el grupo del Dr. Darío Pérez, y la Alianza Progresista, cuya cabeza más visible es el edil Oscar de los Santos, son quienes se disputan la supremacía electoral. Cada uno de ellos tiene tres ediles en la Junta Departamental (la bancada la completan un edil socialista, uno de la Unión Frenteamplista y uno del acuerdo Vertiente Artiguista-MLN, nueve en total) y se han turnado a la hora de encabezar preferencias.

El Dr. Darío Pérez, diputado reelecto, ha ganado las internas del FA cada vez que se ha presentado, y ha sido durante los últimos cinco años el caudillo incuestionable de la izquierda. Sin embargo en los últimos tiempos su predominio no aparece tan seguro. Resultó vencedor por lejos en las elecciones de octubre de 1999, doblando a la Alianza que salió segunda, pero siete meses después, en los comicios departamentales del 2000, su sector fue quien tuvo que pasar al segundo lugar y la Alianza Progresista resultó la más votada.

El Partido Socialista, la Unión Frenteamplista, Asamblea Uruguay, la Vertiente Artiguista y la 1001 les siguen muy atrás. El MLN también ha tenido tradicionalmente muy pocos votos en Maldonado, y en las últimas elecciones obligatorias, las departamentales del año 2000, apenas tuvo el 4,3% de los votos del EP-FA. Sin embargo, dos años después, en las internas frenteamplistas de mayo del 2002, dio una sorpresa y quedó segundo detrás de Darío Pérez con el 15,4%, desplazando a la Alianza al tercer lugar. Claro que la baja votación de esas internas no hace fácil apreciar si esto está relacionado al militantismo o es que “el fenómeno Mujica” empezó a hacerse sentir en Maldonado. Sea uno u otro caso, el reciente acuerdo del MPP con Carlos Toto Núñez, Presidente de la Junta Local de San Carlos, para que éste sea su candidato a la diputación –y según confirmó Núñez a Brecha, hasta podría ser a la intendencia-, pone a los tupamaros en la cancha grande departamental.

Temporada

Como ocurre en el resto del país, aquí también en verano la política se toma vacaciones, aunque en este caso es porque todo el mundo está trabajando para conseguir los dinerillos que deberán ayudar a pasar el invierno.

A fines de marzo se largará la carrera, y todavía hay muchos interrogantes en el aire. Todavía están verdes los acuerdos electorales –imprescindibles porque nadie tiene una mayoría suficiente por sí mismo-; la Alianza Progresista no ha definido sus candidaturas; aún no se conoce el impacto que tendrá el acuerdo Toto Núñez-MPP; y la edila Mary Araújo, de la Unión Frenteamplista (sector al que pertenece el segundo diputado del EP-FA de Maldonado, Enrique Pérez Morad) señaló a Brecha que si bien todavía no han discutido candidaturas, en principio no renuncian a nada.

Por otra parte la excelente temporada que se está viviendo –muy superior a la augurada- está generando una inesperada recaudación para las arcas municipales. Esto dotará al oficialismo de una capacidad financiera que le permitirá enfrentar en inmejorables condiciones las campañas electorales que se avecinan.

Los contendientes están velando armas. Aunque nadie puede asegurar que el Encuentro Progresista va a ganar las elecciones en Maldonado y con los porcentajes necesarios, sus perspectivas son buenas. Su mayor amenaza en este momento no viene del Partido Nacional sino de sí mismo. De la prudente administración de sus diferencias internas, que han llegado a situaciones extremas, dependerá que el departamento esté a la altura exigida y haga realidad su contribución al cambio histórico de gobierno. Además, si a partir de marzo del 2005 Tabaré Vázquez es el nuevo presidente de los uruguayos, será mucho más fácil cumplir con la segunda etapa, en mayo de 2005: la de desalojar a blancos y colorados de la Intendencia para iniciar también aquí una nueva era para Maldonado.

[1] Datos del año 2001 del Instituo Nacional de Estadística