Bienvenido al club de los insolventes


El equipo de Óscar de los Santos que trabaja en la transición está comprobando con amargura que la izquierda no estaba equivocada con respecto a las denuncias sobre la desfinanciación de la Intendencia y la mala gestión en general. Maldonado, uno de los departamentos con mayor desarrollo económico del país, se une a la fila de los que esperan con la mano tendida la asistencia del gobierno central. Fernando Salazar. Desde Maldonado.

La situación ha sorprendido a más de uno. Con un trabajo de marketing bien hecho, durante los últimos cinco años Enrique Antía logró vender una imagen de modernidad, eficiencia y hasta progresismo que escondía una realidad muy diferente. No es ningún secreto que incluso algunos importantes dirigentes capitalinos del EP-FA veían con buenos ojos la administración blanca y creían que las quejas de sus correligionarios locales estaban basadas en los pequeños enfrentamientos políticos antes que en los problemas reales del departamento y su gobierno.
Ahora que la verdadera situación está saliendo a luz, Maldonado se encuentra más cercano a sus vecinos del este y el oeste. Y es que más allá de las características y responsabilidades personales de Tabaré Hackenbruch, Antía e Irineu Riet, hay un problema de fondo: la contradicción irresoluble entre la exigencia ciudadana de una gestión eficaz y la imposibilidad de los partidos gobernantes de hacer los ajustes necesarios en la estructura municipal sin perjudicarse a sí mismos.
El inveterado clientelismo se profundizó en los últimos años hasta extremos desconocidos porque blancos y colorados necesitaban de los votos del Interior para enfrentar la hegemonía de la izquierda en la capital, y la falta de respuestas hizo que las riquezas de las comunas fueran la principal herramienta para mantener sus feudos. A más crisis y menos respuestas reales, más clientelismo. Mantener con recursos municipales las estructuras partidarias, los acuerdos entre sectores y una intrincada red que va desde los aliados políticos hasta los dirigentes barriales, hizo materialmente imposible siquiera pensar en hacer eficiente la gestión.
VACAS A RÉGIMEN. Recién en los primeros días posteriores a la elección departamental, tanto el secretario general de la Intendencia de Maldonado, Álvaro Villegas, como el propio ex jefe comunal Antía comenzaron a admitir, casi a regañadientes, que la situación económica era complicada. Fue un reconocimiento tardío; hasta ese momento el discurso de los jerarcas del gobierno iba desde negar cualquier dificultad financiera y acusar a la izquierda de asustar a la gente para sacar votos, hasta asegurar que el déficit era normal y tachar a los ediles frenteamplistas de neoliberales por su preocupación acerca del gasto público.
Hace casi un año, técnicos del FA habían anunciado que si el déficit seguía creciendo en forma constante el nuevo gobierno iba a asumir sin un peso en caja (véase BRECHA, 6-VIII-04). Eso es exactamente lo que está ocurriendo. Y como en Maldonado más del 80 por ciento del presupuesto se recauda en enero y febrero, la preocupación más urgente de los próximos administradores se divide en dos partes: cómo cubrir los sueldos de julio y agosto, y luego cómo llegar hasta enero.
Para Villegas, convertido en vocero del gobierno saliente, “depende de la pericia y la destreza” de la próxima administración la eficiente utilización de los recursos. El secretario general declaró a varios medios que los blancos demostraron que supieron gobernar en épocas de vacas gordas y de las otras. Pero el economista Mauro Mendiburu, futuro director de Hacienda, contesta a esa afirmación señalando que el problema surge cuando se hace adelgazar las vacas a la fuerza. “Este es un tiempo de vacas gordas, que generó 50 millones de dólares de enero a junio. Pero eso se gastó. Por más vacas gordas que haya, si se administra mal quedamos en tiempos de vacas flacas”, dijo a BRECHA. Y eso es lo que irrita. No es solamente que con la muy buena recaudación del verano se podría haber achicado un déficit que los blancos crearon hace más de 11 o 12 años y han hecho crecer en forma constante; es que, además, aunque el presupuesto de funcionamiento de la comuna es de 5 millones de dólares mensuales, se han gastado 50 millones en poco más de cinco meses. “Hubo un exceso de gastos en el primer semestre que llevó a que la buena recaudación de enero y febrero haya sido prácticamente agotada y deje al próximo gobierno con serios problemas de liquidez. Hemos tratado de coordinar con la actual administración que se asegure el pago de sueldos de julio y agosto, para dejarnos trabajar tranquilamente en esos 45 días. Sorpresivamente, ahora nos dicen que eso será imposible debido a que no existen fondos disponibles. Esa falta de liquidez hace que tengamos que pensar en apagar el incendio y no podamos trabajar a mediano plazo, que es hacia donde teníamos intenciones de avanzar”, señaló Mendiburu.
CIDADE MARAVILHOSA. ¿Cómo se ha gastado el dinero? En primer lugar, en el carnaval electoral. En el último año, sobre todo en el último semestre, se comenzó un número importante de obras, muchas sin disponibilidad presupuestal. Pero tampoco se bajó el nivel de despilfarro después de los comicios, sino que se siguió –y se sigue– gastando en forma generosa. En una reunión que mantuvo el gobierno electo con técnicos de ANCAP, éstos les advirtieron que la comuna está gastando hoy el doble de combustible con respecto a un año atrás, una sangría que supera los 6 millones de pesos por mes y para la cual no hay explicación razonable.
Ha ingresado gente en la Intendencia con sueldos muy altos –parientes o conocidos de dirigentes blancos– y con fecha retroactiva. En viáticos internos se paga más de un millón de pesos por mes, una cifra también absurda comparándola con los niveles habituales. Se levantan veredas y se cambian las baldosas aunque estén en perfectas condiciones. Se contratan abogados por decenas de miles de dólares a dos semanas del cambio de administración. Además, fuentes del gobierno electo intentaban confirmar una información sobre la compra de una central telefónica por 200 mil dólares.
Es comprensible, entonces, que los 10 millones de dólares que estaban depositados en un plazo fijo a fines de mayo, según información proporcionada por la propia Intendencia, se hayan evaporado en un mes. Simplemente, no queda nada en caja. Y a pesar de eso, hay un número importante de proveedores que no cobran desde febrero.
No obstante, Maldonado es un departamento que genera muchas divisas, y a largo plazo hay optimismo en las posibilidades de recuperación de las finanzas municipales. Habrá, además, un recorte de gastos muy importante que, según Mendiburu, significará un ahorro de 400 mil dólares mensuales. Y hay interés de instituciones muy poderosas en asistir financieramente a la Intendencia. “A nivel internacional hemos visto una enorme disposición para llegar a acuerdos y posibilidades de inversión, y hay préstamos internacionales y nacionales para lograr destrabar esta situación. Pero todos estos contactos llevan tiempo, son de mediano plazo y pensamos ejecutarlos a partir del cierre de este año y comienzos del que viene”, señaló Mendiburu.
Y es que hoy el problema más urgente es cómo funcionar los primeros 45 días. El gobierno electo ha realizado ya contactos con diferentes instituciones financieras para solicitar un préstamo, que deberá tener la anuencia de la Junta Departamental. El monto que se solicitará será de 20 millones de dólares. Pero está el problema de los plazos. Los sueldos se pagarán tres semanas después de asumida la nueva administración, un período muy exiguo para lo que habitualmente demora un trámite de este tipo.
En medio de este panorama, inevitablemente los ojos se vuelven hacia el gobierno central. Pero si bien se asegura que hay total comprensión del Ministerio de Economía y de la opp, hasta ahora no ha habido respuestas concretas a los pedidos de asistencia.
VASO MEDIO LLENO. El intendente electo confía en que se podrá superar la situación. “El mes de julio va a ser el más duro”, aseguró a BRECHA De los Santos, y agregó: “Después, durante los otros cinco meses del año va a haber una situación muy compleja y delicada que dependerá de los créditos que obtengamos y del ahorro que hagamos con la reestructura del municipio. Paralelamente habrá una política de recuperación de activos que intentará oxigenar esa situación. Es la estrategia que planteamos durante la campaña, aunque no pensábamos que la situación era tan grave. Los primeros dos años están comprometidos para enjugar parte del déficit e intentar mantener lo que tenemos en políticas sociales y en promoción del turismo, porque el objetivo es hacer crecer más la economía, única forma de poder enfrentar los problemas de exclusión social”.
El intendente electo cree que a lo largo del quinquenio se logrará cubrir buena parte del déficit, y que el resto será manejable. “El cuello de botella es el mes de julio: la bicicleta de los últimos 15 años la han dejado concentrar en el cambio de partidos en el gobierno.” Pero De los Santos igualmente es optimista: confía en que le alcanzará la primera mitad de su período de gobierno para tapar los agujeros, y que en la mitad final podrá desarrollar a pleno su programa y dejar para la próxima administración una Intendencia saneada.
Maldonado tiene un potencial económico que hace que esos planes no sean una simple expresión de deseos. Las cuentas que el intendente electo realiza sobre un papel demuestran que eso es posible, pero también que necesitará de toda su pericia, de una situación estable en Argentina –principal fuente de recursos local– y de una gran dosis de suerte.