Un cambio de paradigma / Maldonado con nuevo presupuesto


Con el voto contrario de los blancos, la Junta Departamental de Maldonado aprobó un presupuesto quinquenal que aspira a cambiar sustancialmente los ejes del accionar municipal, además de abrir un debate sobre el futuro del departamento.

En la noche del 31 de marzo la sensación en el edificio de la Junta Departamental era de trascendencia, y no solamente por el cambio de roles. Hacía 16 años que en Maldonado un presupuesto no expresaba con tanta claridad un viraje en el rumbo y un nuevo proyecto para el departamento. El antecedente más parecido es el del presupuesto del primer gobierno de Domingo Burgueño, en 1990, que cambió profundamente a Maldonado. Tres lustros después, la llegada a la Intendencia del Frente Amplio vuelve a patear el tablero, pero esta vez colocando en el centro de la escena el subproducto no deseado de los “felices” años noventa: los excluidos del sistema, que vinieron atraídos por la promesa de una torta enorme y se tuvieron que conformar con mirar un banquete que no era para ellos.
LA VOTACIÓN. Tal como estaba previsto, al presupuesto lo votaron solamente los 16 ediles oficialistas. Los blancos desarrollaron un amplio abanico de críticas, algunas bastante poco trascendentes pero otras que desnudaban con inusitada claridad el choque de concepciones entre los dos principales sectores del Partido Nacional (PN). El edil Fernando García (blanco independiente), quizás el más solvente de la oposición, expresó sin rodeos el desconcierto que sienten hoy quienes hasta hace poco controlaban la situación: “No puedo aceptar que cuando usted tiene 300 millones de pesos de inversiones, y casi otro tanto en la construcción de viviendas sociales (cosas que entiendo son necesarias), se olvide de que la sociedad está compuesta por un conjunto de gente y no sólo por aquellos que son más necesitados y que tienen derechos (…). Pero el hecho de que un sector de la sociedad deba recibir la mayor protección por parte del gobierno no implica que a otro sector se le deba dejar (de lado)”, señaló el curul. Por su parte, el edil Rodrigo Blas (Herrerismo) señaló a BRECHA que en esta norma “todas las obras van hacia aquellos que no contribuyen, en desmedro de las zonas que generan la riqueza”. Declaración a partir de la cual puede comprenderse la magnitud del cambio de orientación del presupuesto.
El otro tema sustancial cuestionado por casi todos los ediles del PN es el de la participación, lo que muestra la inquietud de esa fuerza política ante una práctica inédita en el departamento. Los blancos rechazaron el título de “presupuesto participativo” e hicieron cuentas de todo tipo para demostrar que ellos representan más gente que los miles que discutieron con los jerarcas en las asambleas realizadas a lo largo y a lo ancho de Maldonado.
Sus colegas frenteamplistas no perdieron la oportunidad de recordarles que a la hora de discutir la asignación de recursos para sus pueblos, los ediles blancos de las juntas locales se pusieron de acuerdo con los frenteamplistas y no tuvieron problemas en asumir su papel de interlocutores. Presionados por sus propias bases y defendiendo los intereses de sus pagos chicos, los ediles blancos locales unificaron propuestas con sus adversarios para hacerlas llegar, como una sola voz, al Ejecutivo departamental. Así, quedaron al descubierto las contradicciones que generan en las estructuras partidarias de los partidos tradicionales la democratización y la descentralización.
EL PRESUPUESTO. El énfasis en las políticas sociales, la preocupación por el estado financiero de la comuna y la apuesta por proyectos productivos que liberen a la economía departamental de su dependencia del turismo y la construcción –sin por eso descuidar estas dos industrias– representan una parte medular del presupuesto. La otra es el reordenamiento de la estructura municipal, iniciado apenas asumido el gobierno (la recomposición de la carrera funcional destruida por lustros de clientelismo, la puesta en funcionamiento de reglas claras y democráticas para el ingreso y el ascenso de funcionarios, etcétera), y lo que el Ejecutivo comunal llama la “reforma tributaria”, básicamente el recatastro municipal y el reordenamiento de todo el sistema impositivo.
En cuanto al acento en las políticas sociales, el intendente de Maldonado señaló a BRECHA que nadie puede sentirse sorprendido. “Vamos a ser claros: nosotros llegamos al gobierno con este planteo. Además, sin la inversión social, no en lo relativo al asistencialismo sino a las políticas integradoras, perdemos la batalla de la seguridad, que es una de nuestras fortalezas turísticas. Estoy seguro de que los ediles que dicen que hay demasiado énfasis en políticas sociales en este presupuesto creen que los problemas de seguridad se resuelven con más policías en las calles, más patrulleros y más represión. Bueno, ese no es el camino que va a recorrer este gobierno”, aseguró Óscar de los Santos. El jerarca explicó que las políticas sociales se llevan el 55 por ciento del dinero destinado a la inversión. Las direcciones de Obras e Higiene y la promoción del turismo se quedan con el restante 45 por ciento. En otras palabras, las políticas sociales superan en un 10 por ciento la inversión convencional de obras.
El problema principal es que los gastos de funcionamiento de la Intendencia (básicamente sueldos, energía eléctrica, teléfono, mantenimiento de maquinaria y de toda la infraestructura ciudadana) se llevan el 81 por ciento del total del presupuesto. “Ojo, a no confundirse, que dentro de los gastos de funcionamiento incluimos por ejemplo el millón de dólares anuales que gastamos en los programas de salud. La policlínica móvil, el equipo interdisciplinario que creamos en la zona oeste, la compra de medicamentos, la luz y el agua de las policlínicas y el salario de los médicos están incluidos dentro de los gastos de funcionamiento”, señaló el intendente.
De todas maneras, hay una preocupación especial por buscar mecanismos de ahorro en el funcionamiento que permitan derivar recursos hacia la inversión y las políticas sociales. Así por ejemplo, según el intendente, se buscará renovar la maquinaria más estropeada –y por lo tanto más costosa– y se implementará un fuerte ahorro de energía. “Porque si no el otro camino es lo que nos ofreció el Partido Nacional durante 15 años: ‘pocas palabras y muchas obras’ ,* a lo que yo le agregaría ‘y mucho déficit’. Porque en última instancia, la ejecución de las obras, algunas monumentales y otras que realmente se necesitaban, se hicieron no a costa de su presupuesto, sino de endeudar al gobierno que vendría. Y nos tocó a nosotros asumir en el pico más alto de déficit fiscal”, afirmó De los Santos.
LA TERCERA PATA. Otro de los sectores a los que se le presta especial atención es a la vivienda, uno de los problemas endémicos del departamento. El presupuesto le destina 3 millones de dólares anuales en el marco de las políticas sociales. “Queremos entregar tierras con servicios y materiales para la autoconstrucción, pero integrados urbanísticamente a la ciudad. No vamos a comprar campos para fraccionar y que después queden guetos como ocurrió en Cerro Pelado (véase recuadro). Y también vamos a comprar tierras y asociarnos con empresas privadas. Ponemos la tierra, ellos los servicios, y vendemos tierra fraccionada. No para los sectores sociales de bajos recursos, a los que vamos a proteger y que parcialmente subsidiaremos, sino para sectores de trabajadores que pueden comprar un terreno de mejor calidad y con mejores servicios. Porque necesitamos atender también esa franja de la población. Pero para eso, teniendo en cuenta el déficit, necesitamos captar a socios privados. Hemos tenido reuniones con empresarios por ese tema. Les estamos planteando que junto al aumento de la inversión habrá también un crecimiento demográfico de Maldonado. Está previsto que en los próximos diez años puedan vivir de 30 a 35 mil personas más en el departamento”, sostuvo De los Santos.**
Pero quizás uno de los elementos más interesantes e innovadores del presupuesto, que supone romper con un esquema instalado en el departamento, es la preocupación por pensar en caminos alternativos que disminuyan la dependencia económica del turismo y la construcción. El intendente está convencido de que el turismo por sí solo no satisface las necesidades laborales de Maldonado, y eso hace necesario pensar en otras alternativas.
El director de Hacienda, Mauro Mendiburu, amplió el concepto e informó que se están manejando varios proyectos “con la intención de cambiar el perfil de la generación de riqueza estacional que existe en Maldonado, que es muy complicada y no existe en ninguna parte del mundo. El 15 de diciembre estamos rezando para que la temporada sea buena, y luego rezamos para que haya construcción. Esas son las dos patas del desarrollo económico del departamento. Hay un piquete y se nos viene abajo la temporada. Suben las tasas de interés, caen las inversiones inmobiliarias, y la mitad de la gente está sin trabajo. Por eso este presupuesto contempla la instalación de un centro de convenciones que va a aportar a la desestacionalización del departamento, un proyecto pro universidad que va a anualizar la cantidad de gente en la zona costera y varios proyectos de inversiones productivas que no están vinculadas al turismo, que van a generar una tercera pata. Uno que ya está prácticamente concretado es el Parque Industrial de Pan de Azúcar”.
Seguramente haya quienes vean el planteo como una herejía, porque además de introducirse en un terreno minado por fuertes intereses económicos, para gran parte de la población la esencia de Maldonado está en su carácter turístico. Es lo que le ha permitido despegarse de sus vecinos y convertirse en uno de los más poderosos económicamente, aunque ese desarrollo ha tenido su contracara en la aparición de fenómenos de exclusión cuya expansión ha sido irrefrenable. Acaso la iniciativa tenga la virtud de abrir un debate absolutamente novedoso que obligará a reflexionar a la sociedad de Maldonado sobre su futuro, rompiendo esquemas y abriendo el juego a otras posibilidades.

* Eslogan de la campaña electoral del extinto intendente Domingo Burgueño.
** Actualmente Maldonado tiene unos 150 mil habitantes.