Soldaditos uruguayos en España


Contratapa de La República

Luego de más de 12 horas de vuelo, en pleno Aeropuerto madrileño de Barajas, unas pocas decenas de uruguayos y argentinos disfrutaron de esos 15 minutos de fama de los que Andy Warhol hablaba hace ya treinta años.

Rodeados de cámaras de televisión, de los flashes de los fotógrafos y los micrófonos de los medios, protegidos de la plebe y la prensa por la policía como si de estrellas de fútbol se tratara (que hoy día se cotizan mejor que las del show business), los aspirantes rioplatenses a soldados del Ejército Español hicieron su entrada triunfal y pusieron a punto una polémica a dos bandas que tiene más ingredientes que una paella.

De este lado del océano, para algunos patriotas indignados, ésta es una prueba más del nuevo rol de España: no sólo drena nuestras riquezas a través de sus multinacionales sinó que también utiliza a nuestros jóvenes como carne de cañón. En cambio en la madre patria la polémica tiene que ver con la crisis surgida en las fuerzas armadas españolas a partir de la abolición del servicio militar obligatorio. El fracaso en hacer de la carrera castrense una opción atractiva para los jóvenes, y los cerca de 4.000 soldados españoles que se han dirigido a la Oficina del Defensor del Soldado para informarse sobre la manera de romper su compromiso con las Fuerzas Armadas ponen en peligro el cumplimiento de los compromisos de España con la OTAN. A tal punto ha llegado allí la crisis, que la Academia General Militar de Zaragoza, el principal centro de enseñanza del Ejército de Tierra, tuvo que contratar una empresa privada para encargarse de la seguridad, sustituyendo los tradicionales centinelas por vigilantes privados. Ante esta situación, el ex jefe del Estado Mayor del Ejército Español propuso la participación de majorettes en el Día de las Fuerzas Armadas y el propio ex primer ministro Felipe González sugirió nombrar al humorista Gila Ministro de Defensa. Al real Ministro estos chistes le cayeron muy mal.

En el medio, jóvenes uruguayos y argentinos con doble nacionalidad que descubren una salida no prevista a la falta de perspectivas local: un contrato de 18 meses con cláusula de renovación, un sueldo neto de unos 600 dólares más alimentación, alojamiento, vestuario, Seguridad Social y 30 días de vacaciones. ¿En nombre de qué patriotismo se anima alguien a prohibirle ésto a un joven desempleado y sin posibilidades económicas? En el ámbito político el tema genera preocupación. Dos diputados frenteamplistas encabezan las acciones parlamentarias referidas a las actividades de reclutamiento en nuestro país. Entre otras medidas, propiciaron la convocatoria del Comandante en Jefe del Ejército, Tte. Gral. Carlos Daners, para dar explicaciones acerca de la conducta de nuestra institución armada ante estos hechos. Pero el problema de fondo no pasa por la actitud de las Fuerzas Armadas, sinó que apunta más arriba. No parece probable que al gobierno uruguayo le interese una situación de enfrentamiento con el gobierno español, y dada la falta absoluta de preocupación de los sucesivos gobiernos por los 800.000 uruguayos que residen en el extranjero, resulta irrisorio pensar en un seguimiento de nuestra embajada a la situación de los compatriotas enrolados en el Ejército español. Los 4000 soldados españoles que quieren salirse del Ejército es porque consideran que el Ministerio de Defensa les ha estafado al no respetar las condiciones de sus contratos. Si no respetan a los propios españoles, ¿que podemos esperar para nuestros pobres uruguayitos?

Pero lo más preocupante de todo, es lo concerniente al papel que jugarán estos nuevos reclutas. Resulta inevitable recordar lo ocurrido en la guerra de Vietnam, cuando las Fuerzas Armadas de Estados Unidos enviaban al frente a los afroamericanos en mucha mayor proporción que a los blancos. ¿Serán los sudacas los negros de España? No hay que olvidar que ese país juega un rol de primer nivel en las fuerzas de la OTAN hoy día, y que sus fuerzas han intervenido en zonas de conflicto como la zona de los Balcanes, donde tienen tropa estacionada. El riesgo del conflicto armado es real. ¿Será el gobierno uruguayo capaz de arrancar del gobierno español el compromiso de evitar favoritismos que perjudiquen a nuestros compatriotas en las situaciones de peligro?  Seguramente el Canciller Dr. Opertti tendrá que responder a estas cuestiones en su próxima comparecencia a la Comisión de Asuntos Internacionales de la Cámara de Diputados.

Mientras tanto y a pesar de todo, parece difícil que esto pueda derivar (como comienza a suceder por otras razones en Argentina) en un enfrentamiento a “lo español” en forma genérica. En primer lugar por la razón del artillero: la enorme mayoría de nuestra población es descendiente directa de españoles. En segundo término porque el patriotismo en nuestro país nunca ha tenido las aristas xenófobas que se ven en otros lados. En Uruguay jamás se miró con desconfianza al extranjero. Tanto es así, que el diputado Enrique Pérez Morad, que fue quien remitió un pedido de informes a los ministerios de Defensa Nacional y Relaciones Exteriores y promovió el llamado a las comisiones de los ministros correspondientes,… es argentino. Llegó a nuestro país hace más de tres lustros, se afincó, adoptó la ciudadanía uruguaya y hoy es uno de los cuatro diputados de Maldonado.

Además, la historia del último medio siglo muestra una relación muy estrecha entre los españoles y los uruguayos. Los exiliados españoles de la guerra civil en nuestra tierra , los exiliados uruguayos de la dictadura en España, Margarita Xirgú y el gallego del bar de la esquina, los cientos de miles de exiliados económicos que han cruzado en ambas direcciones el Atlántico… Las raíces populares son fuertes y están suficientemente entrelazadas como para confundir pueblos con gobiernos.

La palabra la tiene ahora el gobierno uruguayo. Pero no puede demorarse mucho en definir su política en este tema, porque mientras tanto otros jóvenes uruguayos se preparan para enfrentar las cámaras de TV en Barajas.