A la muerte de Abel Carlevaro


En la madrugada del martes, en Berlín, Alemania, donde se encontraba para impartir un curso como lo hacía siempre en julio, falleció Abel Carlevaro, el gran maestro uruguayo de la guitarra.

Alumno dilecto de Andrés Segovia, que vivió en nuestro país una década durante su exilio, Carlevaro es el responsable de que la escuela guitarrística uruguaya sea la mejor de América y una de las más respetadas del mundo. A pesar de que el gran público uruguayo en general lo desconoce, nuestra última carta de presentación cultural ante el mundo no es el teatro ni la literatura ni la pintura sino la guitarra, gracias a la pléyade de instrumentistas formados por el Maestro –hoy desparramados en nuestro país y en todo el mundo- y a la famosa técnica que desarrolló, que generó en su momento ardientes defensores y detractores pero que hoy está reconocida y aceptada como aporte fundamental por todo el mundo guitarrístico internacional.

Maldonado también le debe mucho. Los dos grandes guitarristas de nuestro departamento, Alvaro Pierri y Ricardo Barceló –hoy en Canadá y Portugal respectivamente- fueron alumnos suyos. Pero sobre todo la influencia de Carlevaro en el departamento fue a través del Profesor Alfredo Puig, amigo personal del guitarrista, impulsor y sin ninguna duda principal responsable del avance de la guitarra en nuestro departamento. En Maldonado, la guitarra está ligada al nombre de Puig. Aunque hoy en día hay muchos profesores del instrumento en nuestro medio, el fue durante décadas el único que enseñaba guitarra clásica con métodos serios y con una calidad equivalente a la que se impartía en Montevideo. Abel Carlevaro venía a Maldonado una vez al año a tomar exámenes a los alumnos de Alfredo Puig, (titular junto con su esposa la profesora Eudoxia Caetano de la filial fernandina del Conservatorio Falleri-Balzo), lo que significaba un reconocimiento no sólo a sus aptitudes pedagógicas sino al solitario trabajo que desarrollaba con dedicación. Ambos mantuvieron una relación personal a través de cuatro décadas que se asentaba en un profundo respeto mutuo.

Ricardo Barceló, cuya trayectoria profesional en España y Portugal incluyen premios, conciertos en salas de primerísimo nivel, grabaciones y composiciones editadas por prestigiosas editoriales españolas y francesas, debe en gran parte su carrera a Alfredo Puig, quien lo formó solidamente a lo largo de una década, y luego cedió su lugar a Carlevaro para que éste perfeccionase su técnica al más alto nivel profesional.

Abel Carlevaro fue grande en todos los campos de la guitarra. En su época de esplendor llegó a estar en el selecto grupo de los mejores concertistas del mundo, junto a Narciso Yepes, Julian Bream, Alirio Díaz y dos o tres más. Era famosa las perfección y destreza de su ejecución, que lo hacía ser reclamado permanentemente para dar conciertos en Europa, Estados Unidos y Japón.

También destacó como compositor, y sus obras integran hoy el repertorio universal de este instrumento y son profusamente tocadas por guitarristas de todo el mundo.

Y su escuela técnica se ha impuesto lentamente a lo largo de los años. Sus celebres cuadernillos (“Escuela de la guitarra. Exposición de la Teoría Instrumental”), han sido traducidos al inglés, francés, alemán, japonés, chino y coreano, entre muchos otros idiomas. Su profundo estudio de la digitación revolucionó la forma y la filosofía en la ejecución del instrumento, hallando soluciones a problemas hasta entonces sin resolver.

A pesar de que tenía 82 años seguía dando conciertos. La muerte lo encontró en Berlín cuando dormía.

Uruguay ha perdido a una de las figuras estelares de su historia cultural.